Hay coberturas de los Juegos olímpicos que exhiben un criterio desactualizado. No es falta de creatividad. Es bastante más grave.
por Agustín Marangoni
Se me ocurrió buscar en Google medios de comunicación en español que hayan publicado noticias, con fotos por supuesto, bajo el título Las más lindas de Río 2016, o cualquier expresión parecida.Encontré unos 260.000 resultados, casi todos medios de alta rotación.
Los textos son maravillosos, invitan a contemplar el cuerpo de las mujeres en cuestión, en un tono canchero y buscando el guiño cómplice con el lector. Son siempre dos líneas, tres máximo. Las fotos, de más está decirlo, son espectaculares. En algunas producciones, las menos, las deportistas posan para el lente de la cámara con un gesto atractivo. En las otras, el noventa por ciento, las deportistas son capturadas en plena práctica deportiva; el fotógrafo o la fotógrafa se esmeró para destacar su cola, sus pechos, sus piernas o lo que sea más funcional a una galería sexista, sin filtro ni códigos de una educación acorde al siglo veintiuno. Y lo imperdible, como siempre: los comentarios. Ese espacio abierto a publicar con absoluta impunidad términos machistas, discriminatorios y xenófobos, donde sus autores, tan graciosos, parecen esforzase para encontrar la aberración más creativa. Causa, consecuencia.
Hablar de la cosificación de la mujer en el 2016 tendría que ser un lugar común. Lo curioso es que todavía haya medios que tropiecen en esa contradicción de llenarse los puños de verdades para hablar de violencia, abuso y patriarcado, y dos noticias después inviten a festejar las curvas de una atleta.
Nada nuevo bajo el sol, dice el libro más antiguo de todos los tiempos.